En este artículo repasamos los pilares de la Dieta Atlántica. La Dieta Atlántica es el estilo de alimentación característico de las zonas bañadas por el océano atlántico hacia el norte europeo. Nace de la combinación entre cultura, tradición gastronómica y naturaleza.
La Dieta Atlántica se sigue en los países como Portugal, España, la Bretaña Francesa y el Reino Unido. En España, las comunidades con esta característica son Galicia, Principado de Asturias, Cantabria y País Vasco.
La Dieta Atlántica apuesta por el comercio local y de temporada. Es rica en pescados y mariscos frescos, frutas sabrosas, verduras y hortalizas de todos los colores, cereales integrales, lácteos, consumo moderado de vino tinto y como guinda del pastel el Aceite de Oliva Virgen Extra (AOVE).
Una de las claves de la Dieta Atlántica y que comparte con la Dieta mediterránea, es la ceremonia que se produce en torno a la mesa.
Comer no es sólo una necesidad vital para nutrirse, sino que es un acto para disfrutar en familia con el que se adquieran hábitos de alimentación saludable y unas normas de comportamiento colectivo.
En la celebración del buen comer no puede faltar brindar con vino tinto. Esta bebida tradicional consumida con moderación y en las comidas, refuerza el efecto protector de la Dieta Atlántica, debido principalmente a su contenido en Resveratrol (antioxidante).
En la Dieta Atlántica los métodos utilizados en la elaboración de los platos persiguen un cocinado lo más natural posible, controlando la cantidad de grasas y la cocción en exceso.
Esta forma de cocinado minimiza la pérdida de vitaminas y minerales, garantizando el aporte de estos micronutrientes en la dieta. La sencillez en la preparación de los alimentos es muy importante para mantener la calidad de las materias primas y, por tanto, su valor nutritivo.
El consumo elevado de pescados (de mar y de río) y de mariscos (moluscos y crustáceos) 3-4 cuatro veces a la semana, garantiza el aporte de:
La importancia de los ácidos grasos poliinsaturados ω −3 recae en sus efectos antiinflamatorios y cardioprotectores. La proporción adecuada ω6/ω3 debería ser 2:1 pero actualmente las dietas occidentales pueden llegar a tener una proporción 10:1, por lo que el seguimiento y la promoción de la Dieta Atlántica resultan beneficiosos para nuestra salud.
La Dieta Atlántica se caracteriza por un consumo elevado de alimentos vegetales, lo que asegura un perfil calórico adecuado (en el que al menos un 50% de la energía consumida provenga de hidratos de carbono complejos) y la cantidad suficiente de fibra alimentaria.
Se deben consumir alimentos vegetales en abundancia: cereales, patatas y legumbres. Se recomienda el consumo de pan elaborado con harinas de menor extracción y el uso de la cocción para la preparación culinaria de la patata.
El consumo elevado de frutas y hortalizas asegura el aporte en antioxidantes y fitoquímicos con potencial efecto preventivo de enfermedades crónico degenerativas. Se aconseja el consumo de una amplia variedad de frutas, especialmente manzanas y cítricos (estos al menos una vez al día).
Entre las hortalizas, es conveniente mantener el consumo de las del género brassica, de acuerdo a los hábitos de producción y consumo (repollo, berzas, grelos y nabizas), además de judías, pimientos, cebollas, zanahorias, guisantes y ajos.
Uso del aceite de oliva como grasa culinaria, especialmente para aderezar en crudo.
En la Dieta Atlántica se consume diariamente productos lácteos. Estos son excelentes fuentes de proteínas de alto valor biológico, minerales (calcio, fósforo, etc.) y vitaminas.
Estudios recientes están relacionando la disbiosis (alteración de la flora intestinal) con la obesidad. El consumo de leches fermentadas mejora el equilibrio de la microbiota intestinal, aportando microorganismos beneficiosos y pudiendo corregir dicha disbiosis.
El consumo de carnes debe ser moderado. Se debe optar más a menudo por las carnes magras (pollo, pavo, conejo) y dejar las carnes rojas (cerdo y ternera) para un consumo esporádico. Las carnes aportan proteína de alto valor biológico, hierro altamente utilizable y equivalentes de niacina.
La ingesta abundante de líquidos, fundamentalmente agua, es esencial para mantenernos sanos e hidratados. Las condiciones climatológicas y características del suelo de los territorios atlánticos permiten obtener unas aguas de gran riqueza mineral.
La longevidad característica de los habitantes de las zonas atlánticas se debe también a la práctica de actividad física diaria. La estructura poblacional atlántica, con un elevado grado de dispersión, junto con el tipo de actividad profesional tradicionalmente atlántica favorece el mantenimiento de una actividad cotidiana de gran beneficio para la salud.
La naturaleza atlántica, terrestre y marítima, permite el desarrollo de actividades de ocio favorecedoras de la actividad física al aire libre.
Puedes ampliar información en la web de la Fundación de Dieta Atlántica